Otros cronopios es un espacio para compartir temáticas, actividades, estrategias,experiencias y saberes en torno a la lengua, la literatura hispanoamericana y otros sistemas simbólicos a fin de potenciar la competencia comunicativa.
Como ya les dije chicas, la pretensión de esta serie de ejercicios escriturales, es familiarizarnos con las infinitas posibilidades de las palabras, de las ideas, de las temáticas... para familiazarnos como dice Cortázar, "con el oficio de escribir". Cuando tenga un espacio subiré algunos de sus textos.
Felicitaciones a las chicas que asumieron el reto de leer "Algunos aspectos del cuento" de Julio Cortázar y que validaron esa lectura, con mucha propiedad, en la puesta en común de este.
A continuación encontrarán sus próximos retos:
1. Después de ver el cortometraje ALMA: - reescribir, en la clase, la historia allí contada ambientándola o atendiendo a diferentes tipologías del cuento: fantástico, ficción, terror, policíaco...
OTRAS VERSIONES DE LOS ANTERIORES CUENTOS, EXCEPTO, LA PRADERA DE BRADBURY.
"...Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras".
No creo, en realidad, que para la creatividad haya reglas; sin embargo, hay ideas que podrían servirnos de ayuda a la hora de empezar a escribir.
Decálogo del perfecto cuentista. Horacio Quiroga (1879-1937)
I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo. II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo. III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia. IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón. V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas. VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes. VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo. VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea. IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino. X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
DECÁLOGO
DEL ESCRITOR. Augusto
Monterroso (1921 - 2003)
Primero.
Cuando tengas algo que
decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para
tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados.
Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido
que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero.
En ninguna circunstancia
olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto.
Lo que puedas decir con
cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca
el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto.
Aunque no lo parezca,
escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del
trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje;
para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto.
Aprovecha todas las
desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a
Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores;
evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto
como Bloy.
Séptimo.
No persigas el éxito. El
éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito
es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus
amigos se entristezcan.
Octavo.
Fórmate un público
inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta
manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos
únicas fuentes.
Noveno.
Cree en ti, pero no
tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas,
duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un
escritor.
Décimo.
Trata de decir las cosas
de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más
inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero
para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo.
No olvides los sentimientos
de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces
de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo.
Otra vez el lector.
Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más
refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas
para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la
calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.
El autor da la opción al
escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes
diez.